La aplicación del color adecuado y el empleo de un buen proyecto de iluminación inciden de forma decisiva sobre la decoración del hogar, cuando lo que se busca es un resultado armonioso y de efecto estético equilibrado.
La luz incide sobre los distintos objetos y superficies y de este contacto nacen lo que percibimos como colores. Todos tenemos una percepción distinta del color, que se ajusta a nuestra sensibilidad y potencial de captación.
A la hora de determinar las tonalidades que vestirán nuestra vivienda es fundamental que tengamos en cuenta el espacio, la luz natural y su intensidad y el carácter que deseamos aportar a la estancia. A continuación os plantearé algunos casos sobre como combinar la luz y el color en espacios pequeños.
Pocos metros y poca luz natural:
Lo ideal es que optemos por tonalidades claras y de matices fríos (los blancos son ideales). El bajo contraste o la homogeneidad de acabados y colores es un fuerte aliado (por ejemplo, emplear el mismo color de la pared sobre las puertas de paso y rodapiés). Es importante que las superfícies horizontales (suelos, encimeras, mesas) sean claras, puesto que la luz incide directamente sobre ellas, aportando mayor amplitud. Por otro lado, la utilización de iluminación artificial tiene que estar bien distribuída y optimizada, siendo para ello un buen recurso la iluminación LED o de bajo consumo.
Pocos metros y mucha luz natural:
Si ese es tu caso, ¡genial! El hecho de que dispongas de mucha luz te permite adaptar a la estancia reducida un efecto de contraste medio, ya sea utilizando un suelo de un tono más intenso y las paredes en un color más suave, o eligiendo una pared como centro de interés y pintándola con un color más fuerte de forma que protagonice la estancia y genere a la vez mayor profundidad. En habitaciones muy iluminadas podemos aplicar colores cálidos para crear una atmósfera equilibrada.
Finalmente otro buen truco es el empleo de espejos y mobiliario de cristal, el cual ayuda a generar efecto de amplitud y profundidad en una estancia.