El blanco, junto con el gris, es uno de mis colores preferidos para decorar y me parece perfecto como tonalidad principal a la hora de decorar un dormitorio, ya que transmite paz, serenidad y relax (aspectos muy importantes en este tipo de estancias), además de contar con la cualidad de otorgar de una mayor luminosidad y sensación de amplitud, lo que nos vendrá perfecto si la habitación no es demasiado grande.
A la hora de elegir el revestimiento de las paredes podemos decantarnos por la típica pintura blanca, elegir otra tonalidad de blanco (que aunque no lo creáis hay varias) e incluso optar por un papel pintado, ya sea con relieve o con sutiles dibujos en tonalidades como el gris, el plata o toda la gama de beiges y tostados. En cuanto a estilos, el blanco se adapta bien a todos, desde el más clásico hasta el contemporáneo, pasando por el nórdico e incluso el étnico.

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Y si no os gusta tanto blanco porque os parezca un poco frío (algo que se puede solucionar fácilmente eligiendo los textiles adecuados), tenemos la opción de añadir toque de color, ya sea de forma sutil, eligiendo tonos grises o pastel.

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Y si lo que buscáis es alegrar la estancia con un toque de color, el blanco es la mejor base para combinar, ya que acepta cualquier tonalidad, rojos, amarillos, malvas, turquesas,…en este caso lo mejor sería dar el color con los textiles y algún que otro elemento decorativo, como lámparas o cuadros.

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