Probablemente es para sentirse más cerca de Dios que uno de los arquitectos modernos más apreciados del sector, Le Corbusier, construyó este iglesia sobre la colina de Bourlemont, en Rochamp en Francia. Tras la segunda guerra mundial Le Corbusier creó en esta región al norte de Francia, uno de los santuarios más fascinantes del siglo XX, una iglesia que parece más bien una ilusión óptica.
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El proyecto se realizó entre 1950 y 1955, mientras el arquitecto suizo buscaba esa relación sagrada entre la colina y sus alrededores, y que plasmó en esta construcción tan surrealista que parece una vela de un barco o una ballena. Y es que lo que más nos sorprende es que este proyecto realmente está a las antípodas de lo que estamos acostumbrados a ver de Le Corbusier, como por ejemplo La Unité d´Habitation de Marsella, también conocida como la Cité radieuse o familiarmente Maison du fada, diseñada tan sólo 5 años antes, en 1945.
Podríamos casi decir que esta es la cara más expresiva de Le Corbusier, y que se enfrenta a su lado más racionalista, el de los proyectos más emblemáticos como La Ville Savoye.
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